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- miércoles, 21 abril 2021
Galvanización a fuego: un excelente ejemplo de economía circular
Hoy con el alambre Bottaro existe un motivo más para considerar la galvanización un proceso mejor y más ecológico que el barnizado.
Todos lo sabemos ahora: la revolución sustentable está en marcha. Todos los sectores de la economía, nos guste o no, están incluidos y el mundo de la galvanización no es una excepción. Basta decir que la galvanización a fuego en serie, hoy es ampliamente usada, especialmente en la construcción, infraestructura y manufactura, pero también en mobiliario urbano, agricultura, transporte, servicios de utilidad pública y para elementos de fijación individuales.
La EGGA, asociación europea de galvanizadores, proporciona los datos y números que hablan por sí mismos: todos los años son 8 millones de toneladas de productos siderúrgicos sometidos a galvanización a fuego. Existen 700 fábricas de galvanización sólo en Europa. Estamos hablando de pequeñas y medianas empresas, que al dar empleo y valor social a su territorio de operación, se esfuerzan cada día en realizar procesos de galvanización que pueden aplicarse a literalmente a todo: desde los más pequeños tornillos hasta grandes vigas estructurales, de más de 20 metros de longitud. Esos datos muestran cómo una simple elección de como revestir y proteger productos de acero, puede tener un impacto tan grande impacto sobre el medio ambiente global.

Ponte galvanizada Geierlay
Las grandes obras del futuro serán galvanizadas
Considerando el amplio espectro de usos y los múltiples sectores donde se inserta la galvanización a fuego, que constituyen la espina dorsal de cualquier economía, se hace fundamental, en una perspectiva de mayor responsabilidad hacia un futuro más ecológico, hacer el proceso de galvanización de acero más sustentable en el largo plazo.
Eso explica por qué los constructores están cambiando su propia manera de pensar y abordar este asunto, comenzando a proyectar edificios más flexibles y adaptables que puedan ofrecer no sólo funciones básicas por un período de tiempo más largo, sino que también tengan en consideración cualquier nueva función y futuros nuevos usuarios. Resumiendo, hoy intentamos diseñar un edificio a partir de componentes reutilizables y de recursos que posean un valor residual positivo.
Eso también explica por qué se está volviendo cada vez más evidente que las grandes obras del futuro serán galvanizadas. Todo eso necesariamente ocurrirá a costas de la alternativa más clásica a la galvanización: el barnizado.
Qué es el zinc y por qué es fundamental para la protección del acero
El zinc es un metal natural presente en la corteza terrestre, apreciado por su extraordinaria capacidad para proteger el acero de la corrosión. Sus propiedades electroquímicas lo convierten en un “metal de sacrificio”: al aplicarse sobre el acero, crea una barrera física frente a los agentes atmosféricos y, al mismo tiempo, proporciona protección catódica activa.
Esto significa que, incluso en caso de rayaduras o pequeñas abrasiones, el zinc continúa protegiendo el acero subyacente e impidiendo su oxidación.
Además de su rendimiento técnico, el zinc es un material completamente reciclable sin pérdida de calidad, lo que explica su papel central en los modelos de economía circular adoptados en Europa y en todo el mundo.
Galvanización en caliente: en qué consiste el proceso
La galvanización en caliente es un tratamiento de protección que consiste en sumergir las piezas de acero en un baño de zinc fundido a unos 450 °C.
El proceso se compone de varias etapas, cada una esencial para garantizar un recubrimiento uniforme y altamente resistente.
Preparación de la superficie
El acero se desengrasa, se decapa y posteriormente se somete a un proceso de fluxado para eliminar impurezas, óxidos y residuos que podrían comprometer la adherencia del zinc.
Inmersión en el zinc fundido
Una vez preparada, la pieza se sumerge en el baño de zinc a alta temperatura. Aquí tiene lugar una verdadera reacción metalúrgica: el zinc y el hierro se combinan para formar capas intermetálicas zinc-hierro extremadamente resistentes.
Enfriamiento y control final
La pieza se extrae del baño, se enfría y se inspecciona para garantizar que el recubrimiento sea uniforme y esté libre de defectos.
El resultado es una protección de larga duración, con resistencias a la corrosión que, en muchos contextos, superan los 50 años. Por ello, la galvanización en caliente se considera la solución más fiable para infraestructuras, construcción, transporte y aplicaciones donde la durabilidad es un requisito fundamental.
Tipos de galvanización
Aunque la galvanización en caliente es la técnica más duradera y extendida, existen diferentes tipos de protección basados en zinc. Los principales son:
Galvanización en caliente por inmersión (Hot-Dip Galvanizing)
El método más eficaz. La inmersión total garantiza un recubrimiento continuo, una fuerte unión metalúrgica y la máxima protección incluso en ambientes agresivos.
Galvanización electrolítica (Electro-Galvanizing)
El zinc se deposita sobre el acero mediante corriente eléctrica. El recubrimiento es más fino y uniforme, pero mucho menos resistente a la corrosión que el de la galvanización en caliente. Se utiliza sobre todo en el sector automotriz y para componentes de precisión.
Metalización / Proyección térmica de zinc (Thermal Spray Zinc)
El zinc fundido se proyecta sobre la superficie. Ofrece una buena protección y permite aplicaciones localizadas, pero no garantiza la misma durabilidad que la galvanización en caliente, ya que no se forma ninguna unión metalúrgica con el acero.
Galvanización mecánica (Mechanical Plating)
Proceso en frío utilizado para piezas pequeñas como tornillos y pernos. Produce recubrimientos finos, adecuados para componentes de ferretería, pero no diseñados para aplicaciones estructurales ni exposiciones severas.
Entre todas estas alternativas, la galvanización en caliente sigue siendo la opción más robusta, sostenible y ventajosa en términos de ciclo de vida del producto.
Por qué la galvanización en caliente es un modelo de economía circular
La galvanización en caliente se considera un ejemplo sobresaliente de economía circular por varios motivos:
- El zinc es 100 % reciclable y reutilizable indefinidamente.
- El recubrimiento dura décadas, reduciendo drásticamente la necesidad de mantenimiento y sustitución.
- El proceso genera residuos mínimos, y cualquier resto de zinc se recupera y se reincorpora al ciclo productivo.
- Estructuras más duraderas = menor consumo de recursos a largo plazo.
En este contexto, cada detalle de la cadena —incluida la elección del alambre de atar— contribuye a la eficiencia global del proceso.
El papel del alambre de atar en la galvanización en caliente y por qué marca la diferencia
Durante la galvanización en caliente, las piezas deben sujetarse y manipularse con total seguridad. El alambre utilizado influye directamente en:
- el consumo de zinc,
- la seguridad de los operarios,
- la estabilidad de las piezas durante la inmersión,
- la calidad final del recubrimiento.
Un alambre especializado como BWG™, diseñado con un diámetro optimizado y una baja absorción de zinc, permite reducir desperdicios, mejorar la gestión dentro del baño y aumentar la seguridad de la instalación.
Un detalle técnico con un impacto real tanto en la eficiencia productiva como en la sostenibilidad del proceso.
Galvanización a fuego vs barnizado: ¿por qué la primera es más sustentable?
Pero entonces nos preguntamos qué es lo adicional que el zinc nos ofrece sobre el barniz al revestir acero, en términos de sustentabilidad y en consecuencia, pensando a partir de una economía circular.
Pues bien, son las propias características del acero galvanizado, a su durabilidad resistencia y adaptabilidad, que lo hacen preferible al barniz, precisamente respecto a la reciclabilidad de las estructuras y componentes metálicos.
Las razones son muchas, en verdad: van desde la mayor protección contra la corrosión, los cambios climáticos y de temperatura ofrecidas por la galvanización, hasta la menor mantención requerida en la estructura de acero de un componente. A esas ventajas, se suma la posibilidad de reaprovechar el revestimiento galvanizado por varios ciclos, justamente por estar íntimamente ligado al acero. Eso permite que el producto sea reaprovechado junto con su revestimiento original, sin necesidad de volver a pintarlo.
Integrar los ciclos de reaprovechamiento en los procesos de reciclaje del acero ya consolidados, significa, por lo tanto, devolver el zinc, sin pérdida de sus propiedades, a las unidades de producción de zinc y reinsertarlo, si fuera necesario, en un nuevo proceso de galvanización, evitando así un desperdicio significativo de materia prima.
Contribución de Bottaro a la cadena de abastecimiento sustentable de zinc
La galvanización a fuego, por lo expuesto, tiene todas las credenciales para ser un ejemplo perfecto de aplicación de la economía circular a la industria. Pero para hacer de una economía circular algo verdaderamente eficaz y sustentable, no basta la buena voluntad de una única empresa que decida implementar ese tipo de iniciativa: es necesario pensarlo como una cadena de abastecimiento, para que todo el segmento siga una línea y una filosofía virtuosa, compuesta por controles y protocolos compartidos.
Bottaro como proveedor de alambres para los miembros de la asociación EGGA, es inevitablemente una parte integrante y esencial de esta importante cadena de abastecimiento. Su contribución para una cadena de abastecimiento más sustentable se deriva del hecho que su alambre para galvanización es más ecológico, porque fue diseñado para absorber menos zinc y en consecuencia, consumir aún menos durante la fase de galvanización del acero.
Con el alambre de Bottaro, el círculo de sustentabilidad del zinc se cierra perfectamente.
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